Teta

Hoy en día, año 2021, a por lo menos un tercio del mundo le resulta irreverente la presencia de una teta en todo su esplendor. En China, los capítulos de Game of Thrones, puestos a disposición a través de alguna plataforma de streaming local, llegaron a tener recortes de hasta media hora (abarcando todas las escenas de sexo, violencia excesiva, y demás). En este país también aparecen pixeladas ciertas obras de arte, tales como la Venus de Milo, cuando son exhibidas en alguna serie, película o documental. En India, fueron los musulmanes los que se encargaron de cercenar pechos (y penes) de los templos de Khajuraho. Afortunadamente, la espada no logró hacer sombra a todo el amor, a la esencia del Kamasutra en los templos; pero hoy en día no se ve un pezón en la televisión india ni por casualidad (y esto, obviamente, no solo tiene que ver con el Islam). A los de Irán, Arabia Saudita o Indonesia les resulta más fácil imaginarse a una mujer desnuda o desnudarlas con la mirada por la calle, que ver un seno mamario en el período comprendido entre la culminación de su lactancia y el matrimonio.

En Argentina, en 2020, un diputado besuqueó las tetas recién operadas de su novia en medio de una sesión. Algunos simplemente hicieron chistes y no mucho más, otros se asustaron, hubo los que lo defendieron, mientras que otros tantos se preocuparon al ver que las decisiones más importantes del país se toman con una pareja semidesnuda sobre la falda. Año 2021. Vivimos en el futuro. Generaciones muy anteriores a la nuestra, de diversas culturas, celebraban fiestas orgiásticas en público; pero hoy en día, una gran parte del mundo siente miedo o pudor al ver un par de areolas. Vamos de acá para allá, por momentos sí y de a ratos no, algunos sí y otros ni locos. Lo que nunca cambia es que si los miembros de una determinada región están orgullosos de sus creencias, defenestrarán y considerarán inferiores las del resto del planeta; haya o no tetas al descubierto.