Korean Song
"No viajé por el mundo solo por falta de tiempo. Pero disfruto mucho de conocer las diferentes culturas a través de mi trabajo como guía turística", expresa la Srta. Song con una sonrisa casi perfecta, con un sentimiento inexpresado similar a la enajenación.
Compartiendo su alucinación por la actuación de Di Caprio como Jack en Titanic, la joven de unos 24 años se pone de pie y comienza a entonar una canción en coreano. Sus ojos toman un brillo opaco. En esa noche helada, esa brillante dentadura que ostenta un blanco nevado no desaparece y hasta logra molestar de vez en cuando.
"En Corea, la que se ubica más al norte, las damas no beben ni fuman", eso me dice el Sr. Song, el otro guía, mientras hacemos un brindis y la Srta. Song intenta un imposible fondo blanco. Tomo el micrófono y emulo a Elvis Presley, cambio la letra y escupo amorosamente "Love me tender, Korea". Los Song ríen a carcajada limpia por una fracción de segundo, aunque no expresan palabra alguna.
Se retoman las canciones en coreano en esa velada de karaoke, celebramos el cumpleaños número treinta de uno de los compañeros de Tour. El KTV y el hotel todo nos pertenecen. La admiración al Líder se derrama en cada letra, frase y tono, implícita y explícitamente. El Sr. Song desafina un poco, no es tan agraciado artísticamente como la fémina de los dientes que brillan en la oscuridad. Apaga un cigarrillo y canta otra canción, él tampoco ha viajado a otros países por falta de tiempo.
"Juche significa que las decisiones las tomamos nosotros, los hombres, yo tengo el poder de decidir", me instruye la Srta. Song mientras termina su tercera cerveza. Se corta la luz por cuarta ocasión en las últimas tres horas. El suministro de agua caliente, ese que debería estar habilitado durante dos horas por la noche, ha fallado hoy, y me siento un poco sucio. Seguimos cantando en la penumbra, ya acostumbrados, ya coreanos del norte por elección.
Comentarios
Publicar un comentario