Ganó África

Poco después de que Francia ganara la Copa Mundial de Fútbol de 2018 me reuní con una amiga de Senegal. Siempre que charlamos, vamos de aquí para allá, del amor pasado al odio presente, tristeza, felicidad, risas, planes a futuro y viajes imaginarios. Se forma una buena mezcla, invariablemente satisfactoria.

En esta oportunidad, conversamos mucho de fútbol, debido especialmente al contexto mundialista. Me confesó que apoyó a Francia en la competencia y festejó su triunfo. Pregunté el porqué (a veces sí aflora mi vocación de periodista, al menos con amigos). «Porque los jugadores son africanos. África ganó el mundial», respondió.

Como fanático de los mundiales (aunque no tanto del fútbol en sí), saqué a relucir mis últimas búsquedas en internet. «Según tengo entendido, solo dos de los jugadores nacieron en África. Steve Mandanda, arquero suplente, y el defensor Samuel Umtiti. Uno en Congo y el otro en Camerún», comenté. Tras una breve pausa, ella me explicó: «Si es negro, es africano. Es de mamá África».

Me quedé pensando un ratito, jugando con los maníes que acompañaban la cerveza ya tibia.

—¿Pelé también es africano? —inquirí.

—Sí. También.

Luego cambiamos de tema y la conversación se tornó mucho más banal. Nos despedimos con un abrazo, de esos que solo latinos y africanos saben dar.

Al quedar solo, hice un repaso de las copas —después de un par de copas—. Me daba tranquilidad restarle trofeos a Brasil, pero no pude conciliar el sueño tratando de comprender quién ganó el mundial de 1986. Aún hoy, me cuesta dormir de noche.

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