Amparo
Tengo amigos que se burlan de mis kilos de más y yo me río de los kilos de más de varios amigos. No sé si está bien o mal, pero así sucede. Creo que ofender al otro dentro del amparo de la amistad es una forma de prepararse para enfrentar el mundo exterior, no amigable, con gente que no se va a reír de tus kilos de más sino que va a usar la palabra “gordo” como un insulto. (También hay veces en que creo que si pongo mis dedos índice y anular sobre la sien y me esfuerzo, con mucho entrenamiento, algún día encontraré un ki de saiyajin y me teletransportaré para conocer a Goku).
Lo que quiero decir es que utilizar la palabra “gordo” como forma de insulto, contemplando todas sus variantes; léase “gordo pedorro”, “gordo bobo”, “gordo puto”, “gordo cara de pija”, “gordo pajero”, etcétera; da cuenta de lo más básico que un ser muy básico puede llegar a ser. Es reírse de la cachetada y el pelotazo en la ingle en pleno siglo XXI.
Los piropos no dicen tanto de uno como los insultos. Un ser como ese que maldice de una manera tan primitiva jamás hubiera descubierto el fuego en tiempos de las cavernas, pero, sin lugar a dudas, se hubiera quemado por pelotudo.
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